En realidad el material informativo sobre la beligerancia estadounidense en estos últimos dos meses ha sido extraordinariamente profuso. La mayoría de los analistas estuvieron de acuerdo en que EEUU atacaría a Irán en el periodo que duraba el mundial de fútbol en Sudáfrica (el que escribe estas notas también se incluye en esto). Pero como vemos la gran distracción ha terminado y el Golfo Pérsico continúa en una gravísima tensión. En esto, incluso tuvimos la autocrítica de Fidel. Por supuesto la autocrítica es sólo de los revolucionarios. Por otra parte EEUU, de cualquier forma, está por el petróleo iraní. Es su más caro anhelo. Alguien ha dicho: “EEUU deberá afrontar necesariamente la guerra contra Irán sino quiere verse excluido de esta región”. En eso se sintetiza hoy la opción estadounidense respecto a este asunto.
Pero el retrazo de la intervención militar en Irán está explicado, en parte, por la debilidad misma de sus fuerzas. EEUU teme la complicación del conflicto. No esta segura de la contundencia de sus armas. Sus unidades de inteligencia, pese a la grandiosidad de sus aparatos logísticos, no están a la altura de las circunstancias. Desconocen los movimientos bajo cubierta de las fuerzas armadas iraníes. Y, por lo tanto está insegura de la capacidad defensiva de este país.
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