De modo que el hundimiento del poderío estadounidense se hace cada vez más evidente. Esto ahora está a plena luz del día. Lo demuestra su demora por echar del gobierno a Nicolás Maduro, legítimo
presidente de Venezuela. En realidad la situación de Estados Unidos es crucial, pues, si se atreve a intervenir militarmente prácticamente se habría producido un jaque mate, una auto-desestabilización que por primera vez en su historia pondría en grave riesgo su seguridad interna.
En la nueva situación mundial hay claramente dos factores que lo envuelven y que virtualmente lo
conducen a una incertidumbre total suintervención sobre Venezuela.
En primer lugar la grave crisis que lo acogota y lo obliga a persistir en su empeño de reorientar su poderío en esta región. El asunto realmente es muy serio. Es crucial.
Y en segundo lugar la paridad estratégica y la lucha de clases que son muy fuertes y ahogan aquel
ímpetu. La paridad estratégica, ante las graves provocaciones estadounidenses, se enfila con la firmeza de Rusia y China. Ejemplo: Rusia ha sido muy clara últimamente, ha dicho: “Ni Rusia ni Venezuela son provincias de EEUU”. China también ha sido muy clara: “América Latina no es el patio trasero de nadie”.
Y la lucha de clases, que después de más de diez años de la gran crisis económica, están fuertemente agudizadas, pues, las protestas del proletariado están volviéndose genuinamente en luchas políticas y con visión de clase muy claras. Por supuesto todo esto está cambiando de raíz el panorama mundial, incluso en América Latina.
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