Ante todo, hay que ser muy claros en advertir que la instalación de Joe Biden en la Casa Blanca no significa otra que la continuidad de la estrategia criminal y genocida en que está empeñada la burguesía fascista estadounidense, a fin de recuperar la hegemonía mundial estadounidense perdida en 2010.
Pero lo primero en este objetivo era salir de la onda depresiva económica en la que estaba sumergida el sistema capitalista desde 1973. De hecho, aquello significaba la destrucción de portentosas fuerzas productivas (hundimiento de la economía mundial). Una situación que no había sido posible totalmente con sus largas y sangrientas provocaciones en la que estaba involucrada desde inicios de la gran crisis económica. Por lo menos eso es lo que nos ha enseñado la geopolítica.
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