Sigue crepitándose la coyuntura histórica abierta en 2008. Realmente es histórica. El discurrir de los hechos casi a saltos en el escenario internacional es una constante realmente imparable. Aquello
es reflejo del agolpamiento de las leyes económicas que se agitan en lo más profundo del sistema. Leyes que están fuera de la voluntad de los hombres. Y han sido sorprendentes que están quedando grabadas eternamente en los anales de la historia universal.
En este marco, el itinerario en la que se mueve la vieja burguesía estadounidense en su tenaz confrontación inter-burguesa a fin de recuperar la hegemonía mundial perdida en 2010, es extremadamente fatídica. Aquel ha venido corriendo en el nivel geoeconómico en el que está
terminando cada vez más ahogada en el charco de la enorme sobreacumulación de capitales, capitales ficticios (capitales basura). Una decadente burguesía que además está siendo aplastada por los resonantes acuerdos económicos estratégicos alcanzados últimamente por China, primero, con varios países asiáticos (Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los diez países del bloque del sudeste asiático ASEAN) y, segundo, con la Unión Europea, la máxima economía desarrollada del planeta y con el mayor PBI mundial (Tratado Bilateral de Inversiones, BIT). Esto mismo en el nivel geopolítico es muy sangriento desde noviembre de 2019 cuando inició su criminal ataque bacteriológico contra la humanidad entera. A continuación, su cobarde emboscada y asesinato del general iraní Soleimani el 3 de enero de 2020. También, su escandalosa fanfarria farsa electoral desde noviembre de 2020. Y recientemente su histórica derrota estratégica militar en el Golfo Pérsico. Todo esto ha sido muy grave para la burguesía estadounidense. Sus consecuencias, por supuesto, han sido claros procesos de desplazamiento y aislamiento de Estados Unidos en el ámbito internacional.
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