Escribo estas líneas mientras en Ucrania los fantoches fascistas del Maidan, envalentonados por los cientos de toneladas de pertrechos de guerra enviados recientemente por los fascistas estadounidenses, siguen afilando sus cuchillos para cercenarle la cabeza a los pueblos del Este de Ucrania (Donetsk y Lugansk) y con ello crear una grave tensión mundial al afectar de forma
flagrante la seguridad de una superpotencia mundial (Rusia). Una grave provocación, sin un mínimo indicio de victoria, en realidad una fanfarronería, pues de sobra la opinión pública mundial conoce que el pentágono y la OTAN son incapaces de enfrentar a las fuerzas disuasivas de aquel país (Rusia) sencillamente porque es la primera potencia militar del mundo y, sobre todo, desconociendo la paridad estratégica entre las tres superpotencias imperialistas (China, Estados Unidos y Rusia).
En el fondo la grave tensión y desestabilización que se vive actualmente en la esfera mundial está
ocasionada por las desesperaciones de las sedientas burguesías que se baten por el control de mercados y zonas de influencia, cuando en el mundo ocurre el traspaso del poder mundial de Washington a Pekín. En realidad, una cruenta pugna inter-imperialista por el control del mundo. Y no olvidemos que este reciente agolpamiento de los acontecimientos mundiales con su clímax máximo entre enero y febrero de 2022 ha sido ocasionado principalmente por la desesperación de la burguesía estadounidense que claramente siente el fin y el ocaso de su existencia.
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