Hemos estado siguiendo al milímetro los movimientos que ha venido efectuando la vieja burguesía financiera estadounidense en el tablero geopolítico mundial. Movimientos que han corrido permanentemente entre provocaciones y provocaciones y en el curso de una geoestratégica fallida. Así lo han demostrado sus genocidios en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, Ucrania, etc. Hoy, esta geoestrategia fallida y estas provocaciones (complots) han llegado a Taiwán, nada menos, apuntalando contra la primera potencia capitalista del mundo, China.
Pero este complot es la continuidad de los complots en el que estaba implicado el pentágono desde su ataque bacteriológico en noviembre del 2019, continuado con el cobarde asesinato del general iraní, Qasem Soleimani, líder de la fuerza de élite Quds en enero de 2020 y, seguidas por sus provocaciones a Rusia desde Ucrania (2021-2022). No hay que olvidar la catadura moral de esta
burguesía.