Hay una gran agitación en los círculos de poder de la vieja burguesía financiera estadounidense. Está
envuelta en una enorme desesperación por imponer el asalto de Irán a cambio del Este de Ucrania y
Taiwán. Exigencias que sufren serios retrasos porque al parecer ahora cada burguesía está consciente de sus propios derroteros, lo cual convierte la confrontación inter-imperialista en muy
enconada.
Pero esta burguesía es persistente, no sé da por vencida, ni da marcha atrás, por el contrario, reacciona con enorme furia. Cree que está contra el reloj. Entonces arremete: primero, el atentado ocurrido el 20 de agosto de 2022 en las afueras de Moscú dirigido contra el filósofo ruso, Aleksandr
Dugin, se dice aliado del presidente Vladimir Putin, en la que murió su hija Darya Dugina. Segundo, el sabotaje contra los gasoductos de Nord Stream I y II ocurrido el 26 de septiembre de 2022 en el Mar Báltico, una región marítima completamente controlada por la OTAN y repleta de infraestructuras de esta organización criminal. Tercero, la detonación de un camión cargado con explosivos en el puente de Crimea que conecta esta península con el continente ruso, ocurrida el 8 de octubre de 2022, la misma que ha provocado el colapso parcial de dos tramos de la autopista.