A medida que transcurre el tiempo son ya pocos los analistas que aún mantienen ciertas reticencias en aceptar la gravedad del deterioro del sistema imperialista. Realmente es inocultable la picada de la economía mundial. Esto es aún más claro con la caída de la General Motors (emblemática transnacional norteamericana) ocurrida este 31 de mayo. El decrecimiento económico en los países industrializados realmente se ha generalizado. La industria pesada, la construcción, etc., presentan graves signos de colapso. Se estima que en algunos países las cifras del desempleo llegarían al 50% de la población activa. Esto es lamentable, pero, es así. Esto no hace sino demostrar que el panorama internacional se hace cada vez más sombrío y que, en una situación como esta, se define, nada más y nada menos, como una grave depresión económica. En efecto la economía mundial ha ingresado a un periodo de depresión, incluso, se dice, que esto podría ser aún más grave que la de 1929. Y, con ella, el mundo empieza a agolparse en graves dificultades. No hay duda que iniciamos un periodo, más o menos, prolongado, de crecientes y agudos enfrentamientos de clases.
Pero, lo imperdonable en todo esto ha sido la actitud asumida por la prensa occidental, en ésta ocasión, escondiendo la grave depresión en que hoy esta sumida el mundo, tal como lo hizo en los inicios de la presente crisis (primeros meses del año 2008) y como lo hace también, ahora mismo, con la personalidad especuladora de las burguesías financieras y el carácter clasista de los Estados capitalistas. Sus apologistas, encubiertos o no, están en esa danza.
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