Ciertamente, vivimos tiempos históricos, de profundos cambios. Los niveles de poder mundial de antaño ya no son los mismos. Lo central de todo esto es el desplazamiento de la burguesía
estadounidense con su epilogo de graves provocaciones que hicieron y hacen temblar el planeta.
Pero la tendencia mundial fue inflexible. La máxima aspiración de las burguesías era revertir aquella tendencia histórica. Ninguna tuvo esa capacidad. Ahora la gran crisis económica ha originado el
impasse y entrampamiento geopolítico mundial y, en el futuro, si por alguna razón se retrasan los cambios señalados por la tendencia mundial, el sistema capitalista se mantendrá entre persistentes crisis político-militares, como reflejo del negro periodo de languidecimiento al que habría caído
aplastado por el evolucionismo económico. Entonces aquel lo mínimo que exigirá será la desmembración total de la burguesía estadounidense como le ocurrió a la burguesía de la ex URSS en 1991. Sin esa cuota, no habrá ninguna apertura de una nueva fase de acumulación capitalista o simplemente un nuevo ciclo económico de avance y prosperidad.
Por eso causa risa lo que algunos teóricos apologistas, encubiertos o no, del sistema, sin una pizca de idea de lo que es esa tendencia mundial señalada por la historia, filtran la idea de que ya estaríamos frente a esa nueva fase de acumulación capitalista, incluso, según ellos, con un nuevo orden mundial.
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